Villa de la Purísima Concepción de Sagua la Grande

Villa de la Purísima Concepción de Sagua la Grande
Los 75 fundadores

Formar hombres adultos en la Fé Católica y prepararlos para la reconquista católica del mundo

Cuenta un versado historiador, Manuel Fernandez Santelices en su publicación en la revista Vitral # 50 del 2002 y cito "...la Asociación de Caballeros Católicos nace como consecuencia de una exigencia y de un reto, el reto provino de un incidente en la villa de la Purisima Concepción de Sagua la Grande que un cercano observador cuenta así "...aquel 7 de Diciembre de 1925, la logia masona de Sagua celebraba una solemne tenida por el la muerte del General Maceo, cuando escucharon el repicar de campanas de la parroquia ordenado por el cura, llamando para la acostumbrada salve para la Virgen María en la advocación de la Inmaculada Concepción, uno o más de los masones reunidos malinterpretaron el hecho como felicidad de la Iglesia por la muerte del Gral. y se dirigieron al templo y ocasionaron grandes destrosos... esto estimuló un propósito exigido por las circunstancias: la oportunidad de unir a un laicado católico disperso..."
Lo que Santelices no cuenta en esta pequeña cita es la valerosa defensa del templo por parte de 75 hombres, que lograron dispersar a los agresores. Don Valentín que a la sazón habia estado en conversaciones con el sacerdote jesuita Esteban Rivas, vieron la oportunidad y el 24 de febrero de 1926 se funda en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Sagua la Grande la Asociación de Caballeros Católicos de Sagua la Grande, que con el lema CON LA CRUZ, POR DIOS Y POR CUBA.inician la evangelización y una larga historia de hechos hasta llegar a ser la Rama A de la Acción Católica de Cuba fundada por el Hno. Vitorino. Al formar parte de la Acción Católica de Cuba, cambiamos el lema a DIOS, PATRIA Y CARIDAD.
Aunque esta Asociación no fue la única que se había fundado en la Isla, sin embargo tuvo dos importantes características que la hicieron diferentes de las otras y que al mismo tiempo causó extrañeza ya que las iniciaciones de los nuevos miembros se hacian basadas en el juramento que hizo el Padre de la Patria Carlos Manuel de Cespedes y la segunda característica fue su estricto afán catequético, es decir su preocupación por la información, pero sobre todo por la formación de sus miembros.
El 4 de enero de 1929 se reuniron en el salón de juntas del colegio de los Jesuitas en Sagua delegados de las Asociaciones Candelaria, Cardenas, Consolación del Sur, Mariel, Los Arabos, Manzanillo, Santa Clara, Aguada de Pasajeros, Placetas, Remedios, Caibarién, Santo Domingo, Máximo Gómez y Caballeros de San Isidro en Holguín, sin embargo los delegados de esta última no aceptaron que se cambiara el nombre que ellos tenían.
Es decir incluyendo la de Sagua la Grande fueron, fueron 14 las Asociaciones que formaron la "ASOCIACION DE CABALLEROS CATOLICOS DE CUBA", quedando de acuerdo en 3 cosas:
1.-Se llamarían en adelante Uniones ;
2.- Que la Unión # 1 sería la de la Purisima Concepción de Sagua la Grande; y,
3.- Que el Presidente del Directorio Nacional sería el Dr. Valentín Arenas Armiñán.
Mantuvieron el Himno con los cambios necesarios, al igual que la bandera y el escudo de armas, el lema que era "CON LA CRUZ, POR DIOS Y POR CUBA" fue cambiado como ya exlicamos anteriormente.
No podemos dejar de lado el documento aclaratorio que el que por su parte Dn. Valentín le hiciera al Dr. Ismael Testé, mismo que publicara en su obra "HISTORIA ECLESIASTICA DE CUBA", y cito: " En aquellos tiempos -al iniciarse la Asociación en Sagua- aún perduraba en los gobernantes y en parte del pueblo, la creencia de que la Iglesia era poco menos que enemiga de la República recientemente constituida. Con recelo y suspicacia se observaban todas las actividades católicas.
"La Inmaculada Concepción era la Patrona de Sagua La Grande y siempre precedían a los actos a celebrar el día 8, una novena y exposición del Santísimo, terminándose los actos religiosos del día 7 de diciembre con un repique general de campanas para recordar al [ueblo que al día siguiente se celebrarían las fiestas en honor de la Patrona de Sagua. Pero dicho repique de campanas fue dado en el preciso momento que los Veteranos de la Independencia celebraban en el Teatro Principal una velada necrológica en honor de los que dieron su vida por la Independencia de Cuba. El pueblo impulsado por algunos msones, provocó una manifestación contra la Iglesia y la invadieron destrozando bancos, lanzando a la calle a los que aún se encontraban en el Templo. Aquel acto provocó una reunión de hombres católicos que con el número de 100 fundaron la Asociación de Caballeros Católicos de Sagua".

Directorio General 2009 -2011
Hno. Frank Diaz Presidente

Juan M. Torres
Vocal de Religión
Vocal Internet y Web







Caballeros Catolicos del Mundo

Sunday, September 12, 2010

AMAR A JESUS POR SUS DEFECTOS?

El ya fallecido cardenal vietnamita Francois Nguyen van Thuan solía decir que, aunque pareciera herejía, él amaba a Jesús por sus defectos. Y el primer defecto -decía- es que Nuestro Señor no tiene buena memoria. ¿Cómo era posible, si no, que sobre la cruz, perdonara todos los crímenes a aquel ladrón que estaba crucificado con él a su derecha, y de un plumazo le cancelara toda su deuda? “En verdad te digo -le dijo al ladrón- hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Y lo mismo hizo el Señor con la pecadora pública, con Zaqueo, con la adúltera, con la samaritana y con tanta gente pecadora que se encontró a lo largo de la vida. Si Jesús fuera como nosotros, les hubiéramos dicho: “Sí, te perdono, pero antes tienes que expiar todas tus culpas con 20 años de purgatorio”...Efectivamente, Dios nuestro Señor también tiene su punto débil. Y es su infinito amor y su misericordia. Nadie que haya acudido a Él con sinceridad y con el corazón arrepentido, y le haya pedido perdón, ha quedado jamás defraudado. Todo el Antiguo Testamento está lleno de gestos de misericordia de parte de Dios. Accede a las súplicas de Abraham y de Moisés, cuando interceden por su pueblo y le piden perdón por sus pecados; los profetas -sobre todo Isaías, Jeremías y Oseas- fueron fieles transmisores de la bondad y de la ternura de Dios hacia el pueblo de Israel. Pero es sobre todo con Jesús en donde aparece mucho más patente el corazón infinitamente amoroso y misericordioso de nuestro Padre celestial.Todo el Evangelio es una prueba constante del perdón generoso que Jesús nos alcanza de parte de Dios. Toda su vida pública fue un acto ininterrumpido de misericordia: la predicación del amor del Padre, los milagros y curaciones sin número que obraba por doquier, movido sólo por su gran bondad y compasión hacia toda clase de gente; y, al final de su vida, la entrega más total y desinteresada en su pasión y en su cruz para salvarnos, para redimirnos del pecado y alcanzarnos el premio del paraíso por medio de su muerte y su resurrección.En el pasaje evangélico de hoy, Jesús nos narra tres hermosas parábolas de la misericordia: la oveja perdida, la dracma perdida y el hijo pródigo, también perdido y luego encontrado.Nosotros, los seres humanos, nos perdemos muchas veces a lo largo de nuestra vida: perdemos el camino, la ruta, nos escondemos de Dios y lo ofrendemos, tal vez gravemente. Y quizá en ocasiones no hemos querido saber nada de Él, a pesar de haber sido Él nuestro gran bienhechor.Él nos ha dado todo: la vida, el ser, la fe, la familia, la educación, los sacramentos, la felicidad... TODO, absolutamente todo. Y nosotros, como hijos malcriados y caprichosos, le hemos echado en cara, con gran despecho e ingratitud, nuestros mismos errores y maldades, culpándolo a Él de nuestra desgracia y ceguera voluntaria.Ese hijo ingrato de la parábola somos, definitivamente, cada uno de nosotros. También tú y yo, como aquel hijo, hemos pedido al padre la herencia y nos hemos “largado” de casa para vivir a nuestras anchas, libres de la “esclavitud” del padre, para derrochar sus bienes con malas compañías llevando una vida libertina y disoluta. Pero todo lo material es caduco y se acaba. Y, en poco tiempo, el hijo aquel se encontró en la miseria, sin dinero y, obviamente, sin amigos.Llegó tan bajo en su prostración que se puso, en un país extraño, a cuidar cerdos, en una pocilga; hubiese querido llenar su vientre con las algarrobas que comían las bestias, pero nadie se las daba. ¡Hasta dónde había llegado la miseria de aquel que era un hijo de rey! Es eso lo que nosotros, hijos amados de Dios, hemos hecho con nuestra dignidad a causa de nuestro pecado. El hijo, entonces, comienza a pensar con inmensa nostalgia en la casa de su padre. Y, para poder llenar su vientre -motivos no del todo nobles, pero Dios se vale también de eso para hacernos volver a Él-, se decide regresar a la casa paterna. Seguramente sentiría una profunda vergüenza y confusión. ¿Con qué cara se presentaría ahora a su padre, después de todo lo que había hecho? Pero su hambre y su necesidad fue más fuerte que su vergüenza. Y se puso en camino. Pero lo mejor de todo viene a continuación. Todos los días -continúa la narración- el padre aquel se subía a la terraza del palacio para ver si volvía su hijo. ¿Qué padre, aquí en la tierra, sigue esperando el regreso de un hijo que se ha comportado como un sinvergüenza y como un ingrato, y que ha derrochado toda la herencia? Y, si acaso volviera, con rostro adusto, seguro que le daría una buena reprimenda y un castigo severo para que aprendiera a comportarse como se debe y que todo hay que pagarlo a su debido precio.Sin embargo, cuando, después de meses y de años de espera, por fin ve venir a lo lejos a su hijo, a aquel bondadoso anciano se le conmueven las entrañas y le da mil vuelcos el corazón; los ojos se le convierten en un mar de lágrimas por la alegría y el alma se le derrite en infinita ternura. Y enseguida, como puede, aquel padre sale corriendo al encuentro de su hijo y se le echa al cuello, lo abraza, lo acaricia y lo cubre de besos. Y enseguida manda que lo laven y le perfumen, le pongan el vestido más rico y espléndido, calcen sus pies con sandalias y le pongan un anillo en su mano, signos todos de su dignidad y nobleza recuperada...El hijo no se esperaba nada de esto, ni soñó jamás con aquel recibimiento. Él sólo quería un poco de pan y un techo donde cobijarse del invierno, aunque el resto de sus días fuera como el “último de los jornaleros”. Al fin y al cabo, él se lo había buscado y se lo había merecido. Y bien sabía que no era digno de nada más que eso. ¡Y cuál no fue su sorpresa al encontrarse con el corazón inmensamente tierno y cariñoso de su padre, que lo perdonaba y lo seguía amando como siempre lo había amado, a pesar de todo! Así de maravilloso es nuestro Padre Dios con nosotros. Él siempre nos ama y nos acoge, aunque nosotros nos hayamos comportado como aquel hijo pródigo. Él nos perdona todo, absolutamente todo, con infinita ternura, incondicionalmente, e incluso nos ahorra la vergüenza de tener que humillarnos. Su comprensión es tan gigantesca y tan misericordiosa que nos hace más fácil el camino del retorno; y cuando, al fin, nos postramos para reconciliarnos, Él nos levanta, nos recibe con un fuerte y tierno abrazo, y nos cubre de besos y de caricias.Ojalá que nunca le tengamos miedo a Dios y nos acerquemos con inmensa confianza al sacramento de la reconciliación. Él siempre nos acogerá, infinitamente mejor que el padre de la parábola. Sólo así descubriremos el corazón dulce y bondadoso de Dios, nos daremos cuenta de que es incapaz de resistirse a la misericordia y conoceremos, por propia experiencia, ¡¡que Dios es Amor!!

No tengamos de la misericordia de Dios y vallamos a la reconciliación y como el Hijo Prodigo de seguro recibiras mas de la que nunca hubieras esperado.

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